Balón detenido: Los hitos que llevaron al término anticipado del fútbol chileno

Hace exactamente 43 días se jugó por última vez una fecha completa del Torneo Nacional Plan Vital de Primera División. El 17 de octubre la Universidad de Chile venció por 2 a 1 a Deportes Iquique, sin saber que al día siguiente comenzaría la movilización más grande desde el retorno a la democracia. Seis semanas después del estallido social, el Consejo de Presidentes de la ANFP sentenció el fin de la temporada sin descensos ni ascensos, el final de una teleserie que gozó de giros y reveses inesperados.

Hace exactamente 43 días se jugó por última vez una fecha completa del Torneo Nacional Plan Vital de Primera División. El 17 de octubre la Universidad de Chile venció por 2 a 1 a Deportes Iquique, sin saber que al día siguiente comenzaría la movilización más grande desde el retorno a la democracia. Seis semanas después del estallido social, el Consejo de Presidentes de la ANFP sentenció el fin de la temporada sin descensos ni ascensos, el final de una teleserie que gozó de giros y reveses inesperados.

Por Javier Machuca y Andre Zambra

Pitazo final. Luego de extensas jornadas de incertidumbre, la situación del fútbol chileno por fin se esclareció. Tras la reunión y posterior votación del Consejo de Presidentes de la ANFP, los clubes de fútbol de la Primera División, Primera B y Segunda División decidieron dar por concluido los torneos de esta disciplina deportiva a raíz de las complicaciones que trajo consigo la paralización tras el estallido social.

Decisión que no estuvo exenta de polémicas y que fue trabajándose a lo largo de las semanas, específicamente, desde que empezaron las protestas en Chile.

La primera suspensión

Había expectativas para la fecha 25 del torneo nacional, la que se iniciaría el mismo viernes 18 de octubre. Universidad Católica podía coronarse campeón frente a Colo Colo si los resultados los acompañaban. Chile estaba en llamas y el foco estaba lejos de centrarse en el fútbol.

Ante la declaración de estado de emergencia por parte del presidente Sebastián Piñera, el General Javier Iturriaga hizo su primera aparición televisiva. Uno de los temas que tocó el -en ese momento- general jefe de Defensa Nacional en esa conferencia fue la del Campeonato Nacional, específicamente, el clásico universitario, donde se mostró abierto a reanudar el fútbol.

Los deseos de Iturriaga estuvieron lejos de hacerse realidad. El sábado 19 Iturriaga insistió en que estaban las condiciones y que la ciudadanía se había comportado. No obstante, le dio la responsabilidad a la ANFP, entidad que optó por la suspensión completa de la fecha. Aquel día, el fútbol se detuvo con expectativas de regresar a la brevedad.

 De la cancha a la calle

Lejos de quedarse ausentes, los jugadores de distintos clubes nacionales salieron a manifestarse. Para el miércoles 23 de octubre, Carlos Carmona, Andrés Vilches, Ignacio Saavedra y Nicolás Maturana fueron vistos marchando y caceroleando por las calles del país. Matías Cano, capitán de Coquimbo Unido, quien también fue partícipe, declaró que es imposible no involucrarse.

A los futbolistas se sumaron las barras, que tiñeron los distintos rincones del país con sus lienzos, banderas y bombos. La Garra Blanca, Los de Abajo, Los Cruzados y Panzers fueron las principales agrupaciones que dejaron de lado las rivalidades para juntarse por algo que iba más allá del fútbol. Era imposible pensar en una reanudación de fútbol al corto plazo.

lAS MANIFESTACIONES DE LOS FUTBOLISTAS EN TORNO AL ESTALLIDO SOCIAL

Las mejores intenciones

Ya se había anunciado el martes 22 de octubre que el fútbol no se realizaría esa semana. “Analizando el devenir de las cosas en los últimos días, la ANFP ha decidido la suspensión íntegra del fútbol profesional a realizarse los días 25, 26, 27 y 28 de octubre” fueron las palabras de Sebastián Moreno, presidente de la entidad deportiva.

Las fechas 25 y 26 habían sido aplazadas, por lo que se quiso retomar con la jornada 27 a partir del 31 de octubre. Los responsables de abrir los fuegos eran la Universidad de Chile y O’Higgins, pero el barco nunca llegó a puerto y nuevamente se suprimió el deporte rey.

Adentrándose en noviembre y sin un cese de manifestaciones, empezaban a faltar fines de semana para poder recuperar los partidos perdidos. Las tres jornadas de paralización del Primera División, Primera B, Fútbol Femenino y Juvenil empezaban a afectar también la Copa Chile, torneo que también estaba inconcluso.

El 30 de octubre el presidente de Unión Española, Luis Baquedano, reveló la intención de la ANFP: “La apuesta es reanudar el torneo el martes 5, miércoles 6 y jueves 7 de noviembre”. De haberse hecho como decía el mandamás del club hispano, el campeonato se habría extendido hasta el 22 de diciembre, mes donde también se conocería el campeón de Copa Chile.

 La Roja de todos

Ante la nueva postergación del retorno del fútbol, las miradas de hinchas y periodistas estaban puestas en la Selección Nacional, que debía enfrentar a Bolivia y Perú por la fecha FIFA. El 4 de noviembre la selección altiplánica decidió cancelar el amistoso que se disputaría en Concepción. Fue el entrenador César Farías quien haría pública la sentencia de los bolivianos: “Lo único que hasta ahora está ratificado es que ya no va el partido de día 15 de noviembre”.

Desde el lunes 11 los seleccionados comenzaron a llegar a Chile para entrenar con miras al compromiso ante Perú. Mientras Charles Aránguiz era el principal detractor de la realización del partido, Arturo Vidal sostenía que había que salir a la cancha “sería lindo ganarle a Perú para que la gente se olvide un poco de lo que está pasando”. Se determinó no jugar el martes 19, por lo que los jugadores quedaron con la semana libre. Fue en este contexto que Reinaldo Rueda –actual director técnico de la selección- dijo que si no había fútbol, era mejor irse.

Instancias finales

La ANFP anunció el flamante regreso del torneo para el 15 de noviembre, información que fue criticada por los fanáticos. Nuevamente las barras bravas hicieron pesar su opinión y declararon: “no dejaremos que ningún jugador pise la cancha”. La declaración fue adherida por la hinchada de los principales clubes nacionales, quienes mantuvieron su postura con la lucha social.

La fecha no se realizó y terminó por demostrar la polarización del mundo futbolístico. Los clubes juegan amistosos a puertas cerradas y el Sindicato de Futbolistas Profesionales de Chile (Sifup) aboga por la seguridad de sus jugadores. La ANFP estaba quemando sus últimas opciones de poder darle un final futbolístico al campeonato.

El viernes 22 de noviembre era el día clave para el torneo. La ANFP había programado Iquique – Unión la Calera en el Estadio Bicentenario de La Florida. Alcanzaron a jugarse 67 minutos cuando miembros de la Garra Blanca invadieron el estadio y la cancha obligando a la suspensión del partido. El partido no estaría lejos de la polémica, ya que no fue recalendarizado dentro de 48 horas, lo que le otorgaba un punto vital a Iquique en la lucha por no descender.

El Sifup, liderado por Gamadiel García, llamó a no jugar, velando por la integridad de los profesionales. En el norte, Cobresal superó a Unión Española en un partido sin inconvenientes. Se alcanzaron a jugar dos partidos de la fecha, lo que ponía en desventaja a los otros doce equipos que no disputaron sus cotejos. Fue el desenlace de esta fecha el que empujó a la ANFP al borde del abismo, forzando la búsqueda de una decisión rápida.

Muchas opciones

La idea de finalizar el torneo sin completarlo era cada vez más tangible. Temporalmente era imposible reagendar seis fechas, más si todavía no estaban las condiciones para jugarlas. Es por esto que de todos lados surgieron soluciones a cómo definir el destino de las categorías del fútbol chileno.

En primera instancia se planteó la posibilidad de declarar a Universidad Católica como campeón de Primera –entendiendo la ventaja que tenía sobre el segundo lugar-, descartar los descensos y subir los dos equipos correspondientes de Primera B. Así se jugaría el 2020 con 18 equipos en la división de honor.

Más radical que la primera solución, comenzó a circular la idea de una Superliga chilena. Esta sería similar a la argentina, que en 2016 subió a todos los clubes de la B para tener 24 en primera. El torneo se realizaba con partidos únicos entre los participantes y se juega de diciembre a julio, como en Europa.

La última y más complicada de todas era la Superliga con clubes de segunda. Planteada el 27 de noviembre, la idea era crear un torneo por zonas, al estilo del básquetbol norteamericano. De esta forma los clubes de primera B y segunda jugaban con los de primera y entre ellos mismos. No hay segunda rueda y los clásicos se juegan especialmente dos veces por temporada.

Desenlace final

A eso de las 15 horas del 29 de noviembre, la reunión de presidentes del fútbol chileno determinó finalizar por completo los torneos nacionales. Universidad Católica resultó bicampeón del fútbol chileno y no se presentaron descensos. Los clubes de la parte baja de la tabla permanecerán en primera por un año más.

Así como no hubo descensos, tampoco ascensos. Santiago Wanderers, puntero de Primera B perdió su opción de volver a la A, lo que no ha quedado exento de polémica. El ascenso de Segunda División quedará a la espera al igual que la definición de los clasificados a competencias internacionales. Situación que podría ser revisada por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) o la misma FIFA, que deberá tomar una postura. Dudas no resueltas en el año más negro del fútbol nacional.